"Ser Papá: Conexión de amor.
Ser Mamá debe ser uno de los privilegios que tienen las mujeres que, lamentablemente, los hombres como Papás nunca vamos a saber exactamente qué significa en su totalidad. Supongo que hay que vivirlo para entenderlo.
Pero salvando las distancias, un 4 de octubre a las 21:30 hs, noche de tormenta torrencial, fui Papá... pero también una mamá sustituta, o al menos así lo sentí yo.
Lola vino al mundo por una cesárea de emergencia. Los 20 minutos que duró la intervención, fueron como 20 días de espera en una sala solitaria típica de un domingo a la noche, donde me tocó esperar solo.
Cuando se abrieron las puertas del ascensor y la vi, envuelta en una sábana verde, con los ojos abiertos, en paz, mirándome, me limité a seguirla con la mirada hasta maternidad.
Me indicaron dónde tenía que ubicarme mientras la medían, limpiaban y vestían. Tomé mi cámara filmadora y filmé sin sacarle la mirada a la bebé en todo el proceso.
Pensé en hablarle, pero sabía que tras un vidrio iba a ser en vano. Y la miré: los ojos casi cerrados, las manitos arrugadas, el ombligo con su gaza, el pelo sucio y mojado... era hermosa!
Luego de unos 15 minutos, me acordé de la filmadora y en un instante me di cuenta que en ningún momento estuve filmando... Filmé sólo el final.
Me llaman "Venga papá", me lavo las manos hasta los codos y me la dan en brazos.
Ahí, algo me sacó el chip del papá de laboratorio, del que de alguna manera aprendí en los cursos y en las películas, el papá temeroso que no sabía qué iba a hacer ni cómo iba a reaccionar cuando la tuviera en brazos. Tuve otros bebés de familiares y amigos en brazos y en seguida los devolvía por temor a que se incomodaran conmigo y porque los veía muy frágiles.
Y en ese mismo instante, con Lola a upa, me apareció el chip del papá que nunca imaginé ser, el que no le daban los brazos para abrazarla, el que se sentía muy seguro al tenerla porque sabía que en ningunos otros brazos iba a estar más segura. Y Lola me lo demostró, entrando en un estado de paz, con sus ojitos celestes que recién en ese instante descubrí, mirándome. Nunca voy a poder describir con palabras la sensación, emoción y felicidad que sentí en ese instante.
Tuvimos más de una hora para conocernos. Hablamos de ella, de mí y de su mamá, del encuentro entre los 3 que se estaba por dar. Seguramente ella estaba loca por estar en el pecho de la madre y tomar teta por primera vez. Pero ese era nuestro momento.
Le descorrí el gorro, y la observé en detalle mientras hablábamos. Las orejas eran mías. Esas que en la infancia me avergonzaron, ese día me llenaron de orgullo!
Por momentos Lola se dormía y para mi era un halago... estaba en paz, como si la hubiera dormido ya mil veces.
No veía la hora de contarle a la mamá todo lo que nos habíamos conocido durante esa hora y media.
Hasta que una voz se asomó por la puerta de la habitación y llamó: "Lola!... Lolita!". Mamá había llegado! La vió, se emocionó. Todavía estaba voleada por la anestesia, pero la tomó en brazos y dijo "Es hermosa!" mientras se le caían las lágrimas. La prendió al pecho y las dos se hicieron una. "Qué linda sensación!" fue lo que dijo mientras Lola chupaba y chupaba.
Todo estaba en su lugar, al fin todo era como tendría que haber sido desde el principio. Al menos así me lo había imaginado yo. Y papá como un actor presente y observador.
Pero en nuestro caso, mientras mamá no estuvo, sentí una conexión que hasta el día de hoy -a más de un año- me dura y me va a durar toda la vida, y me dio la fortaleza para asumir este rol de papá que no estaba en mis planes, y lejos, lejísimos es el que me había imaginado alguna vez.
Un 4 de octubre, fui papá... y tal vez también mamá por un momento... No lo se, pero en un intento de sustituir a mamá por un rato para que Lola no notara su ausencia, ella me enseñó a ser el papá que no está en libros, cursos ni consejos.
Podríamos llamarlo instinto. Yo prefiero llamarlo conexión de amor.
Edu (papá de Lola)".
Lic. Psic. María José Morlan
Lic. Psic. Silvina Ros
Diciembre de 2010, Montevideo, Uruguay